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Esta opinión es personal, sin ánimo de herir a nadie, ni critícar.
Llegan momentos en la vida en que dices: "Ok, hay que seguir", "Vale, perdimos a otro" o "Todos vamos para allá". Aceptas la partida de el ser querido y esperas que se encuentre en un lugar mejor. Así es, me refiero a la MUERTE. Y todos lo queramos o no, nos acostumbramos a vivir con ello, no es tan difícil puesto que con el paso del tiempo dejas de lado la existencia de ella por ocuparte de asuntos "importantes", los cuales en realidad no tienen relevancia alguna. A ella no le importa, esta esperando con una cálida sonrisa al final del pasillo observando como todos esos asuntos "importantes" van desapareciendo hasta que estas frente a ella.
Y mi pregunta es: "¿Por qué?"
Y el día de ayer ocurrió, mi grado de tolerancia revasó el límite.
Fue, la gota que derramó mi vaso.
Falleció otro de mis iconos musicales, así es damas y caballeros, es nada más y nada menos que: Prince.
Mi problema empieza cuando me guarde el dolor de la partida de Ben. E King, después le siguió B. B. King, Frank Sinatra Jr., Joe Cocker, Glenn Frey, Mi querido Lemmy, y la dolorosa muerte de David Bowie. Y ahora para rematar esta fúnebre lista, incluiremos a Prince. Pero bueno, estoy acostumbrado a las muertes de mis iconos, les comentare que mi músico favorito fue asesinado a tiros.
¿En qué manos queda la verdadera música?
Así es amigos, el futuro de la música está en las manos equivocadas.
No hay necesidad de ser tan drámatico, aún hay buena música, solo que tenemos que buscarla muy, muy, MUY, MUY en lo profundo de todo este bodrio de generación musical que tenemos hoy en día.
Gracias por dedicarme, un tiempo de su día para leer mi blog.