Síndrome de Peter Pan; este concepto por así referirme a las personas que no crecen física ni psicológicamente, puesto que es un término, actualmente no hay datos que respalden que esto es una enfermedad y por lo tanto no esta aceptado oficialmente . Es un trastorno del desarollo de la personalidad, donde la persona, por así decirlo, no quiere afrontar las situaciones de la vida de una persona mayor.
TODOS LOS NOMBRES DE PERSONAS E INSTITUCIONES EN ESTA HISTORIA HAN SIDO CENSURADOS Y REEMPLAZADOS POR OTROS PARA FINES DE PROTECCIÓN DE INTEGRIDAD.
Una vez terminada la clase, mi amigo y yo fuimos a ingerir alimentos en una cafetería que estaba cerca del establecimiento. Conversábamos de un asunto personal, y cuando la platica llegó al punto eufórico, un niño de aproximadamente 7 años irrumpió con cortesía.
-Disculpen, no quería molestarlos. Pero me preguntaba si me podrían dar un poco de alimento, tengo mucha hambre y mi madre no esta en casa.
Wesley y yo nos quedamos un poco sorprendidos hasta que reaccioné y le dije que fuera a pedir lo que quisiera y se sentara con nosotros en alguna silla de la mesa. Después de esto nosotros olvidamos la conversación que mantuvimos hace un momento, como por acto de magia. Estabamos un poco confundidos al ver a ese chico en aquel estado físico. Pasados unos minutos, él se sentó con nosotros. Mi amigo le preguntó por su madre, a lo que el chico respondió:
-Ella trabaja toda la noche y regresa en la mañana. Huele extraño y parece como si estuviera chiflada, bromea un poco y se duerme.
En toda la noche, en aquella mesa, nadie dijo ni una sola palabra. Wesley rompió aquél silencio incómodo con otro acto peor aún de incómodo. Se veía un poco apurado, un tanto nervioso y no dejaba de ver al niño con esos ojos desorbitados. Aquél chiquillo estaba complacido al comerse su sopa caliente pero su rostro quedaba un poco oculto por su cabello castaño que se veía severamente maltratado.
-Me tengo que ir, mañana nos vemos, Erst.
En aquél instante me encontraba solo con aquél desconocido infante, el cuál, se mostraba alegre y agradecido por el buen gesto que mi amigo y yo habíamos hecho por él. Después de unos cuantos minutos se terminó su comida y me dijo que se tenía que ir. A lo cuál yo le sugerí mi compañía para llegar a su casa, el asintió emocionado y prosiguió a salir del establecimiento.
Una vez estando caminando por la acera del vecindario, aquél niño me tomó la mano inocentemente, apretando aferradamente como si tuviera miedo. Yo correspondí con una sonrisa discreta. Este niño era tímido y callado, pero mantenía una sonrisa que cautivaba a cualquiera. Yo me mostraba atento a los cruces y semáforos pero no había contemplado que aquél chiquillo desconocido me miraba fijamente desde allá abajo con una expresión diferente; estaba serio, parecía estar malhumorado pero al mismo tiempo se mostraba petulante. Con gran estruendo me dijo;
-La ironía es que cuando eres niño muchas cosas de las que pides te las dan a cambio de nada, solo haciendo berrinches o mostrando lástima con un rostro afligido.
Yo me quedé consternado e inmediatamente le solté la mano, era la voz de un hombre, era obvio. Parecía el mismísimo demonio viniendo del rostro inocente y deteriorado de aquél chico. Toda la risa que contenía, estalló con gran estrepito. Se regodeaba al ver mi estupefacto rostro, su risa pasó a ser de maliciosa a demente y empecé a estremecerme. Así que quisé tranquilizarme y preguntarle el porque de su comportamiento, pero en eso interrumpió una mujer madura al instante, parecía que sabía algo al ver su rostro indiferente y hostil al observarnos.
-¿Cuántas veces más seguirás haciendo esto, Jeremy?
-Perdón mi amor, te juró que será la última vez.
-Por favor, vete a la casa ya.
El pequeño niño se retiró con un aspecto decaído. Yo y aquella desconocida mujer vimos como su silueta desaparecía en la esquina de aquella calle. Hasta que difícilmente enfrente su abrumadora mirada que podía ver de soslayo.
-¿Cómo puedo explicar esto? Bueno seré breve y concisa. Él es mi marido y me había prometido que no volvería a engañar a la gente con su apariencia física. Nuestro matrimonio se ve afectado por su inmadurez y berrinches pero... yo lo amo ¿sabes?. Y creo que eso es lo único que se necesita en una relación. Amor.
Yo solo trataba de digerir lo que estaba escuchando, pero solo parecía que mi mirada se quedaba incrédula al verla a ella. No quería hablar porque me costaba un poco.
-No te preocupes, yo comprendo. Mi esposo a tenido sus problemas, pero es una buena persona. No lo juzgues. Ahora me tengo que ir, ya es tarde y necesito preparar la cena. Buenas noches.
La mujer procedió a retirarse, pareciera que la experiencia ya la había vivido muchas veces. Me quedé un instante contemplando la imponente silueta que se alejaba. Esa noche le hablé a Wesley y le redacté todo lo ocurrido. Él me dijo que en la escuela le habían advertido de esas personas que tienen una enfermedad denominada El síndrome de Peter Pan (este término aún no es oficial) y que había varias que estaban en la ciudad porque tomaban clases en el mismo recinto que nosotros. Pero que no nos confiáramos del todo porque hay unos listillos y se quieren aprovechar de los demás por el físico que tienen, pareciendo ser niños.
Después la maestra, una vez que le comentamos nuestra vivencia, nos contó que ese "chico" tenía ya 53 años y se llamaba Renné, estaba casado con una mujer aún mucho mayor que él. Pero que era un matrimonio feliz, nos contó que su esposa también tenía el síndrome denominado como el Síndrome de Peter Pan.
Esta historia la viví hace aproximadamente 6 años. Gracias por leer esta entrada de mi blog, si le gusta mi contenido recuerde seguirme en Google o clickear +1.