Timendi causa est cescire. "La ignorancia es la causa del miedo", Séneca.


viernes, 12 de febrero de 2016

Joe el cerdo II: TU HEDOR ME DESPEDAZA

CAPÍTULO 2: TU HEDOR ME DESPEDAZA.

Macarro
Estos excrementos no resistirán más, se van a deshacer, Mungo.
Mungo
No dejes de sostenerte de ellos, nos mantendrán más tiempo a flote.

Macarro
No me es posible ver nada. Sería pertinente descender ahora mismo, Mungo.
Mungo
Resiste, aún no estoy listo.
Macarro
Estoy contigo, Mungo. No te abandonare ahora, ni nunca.
Mungo

¿Y si morimos esta noche?
Macarro

Morir a tu lado es una manera tan celestial de morir, Mungo.
Mungo

Eso me conmueve, amigo. ¿Acaso no es la letra de una canción?
Macarro
Toma mi mano y cierra los ojos, por favor, Mungo.

Mungo
Siempre te amé. ¿Sabes?
Macarro

Lo sé, Mungo.

Mungo sin vacilar dejo aquél repulsivo flotador y trato de alcanzar la mano de su amigo, pero éste falló, se empezo a hundir. Toda aquella contaminada agua empezo a entrar por aquellas cuencas vacías y profundas a las que denominaba "ojos de ajo". Todo se ponía oscuro para el pequeño y hediondo Mungo, derrepente su madre estaba dándole un beso enfrente de aquella hermosa cascada de vellos púbicos <¿Sabes que eres lo que más aprecio en este mundo, Mungito?> le dijo Platana.  También estaba con el señor Vaso, estaban gozando del atardecer radioactivo de productos químicos y secuelas de experimentos del mundo exterior, reían llorando de la alegría. Sus manos hechas de piel porcina perdían su movimiento, esas manitas eran tiernitas y bonitas. Una mano putrefacta y arrugada lo invitó a sucumbir. Pero Mungo era tenaz y no cedería tan fácil, grito con tal estrépito que se le cayeron las podridas uñas de los pies cortadas que tenía por "dientes".

Macarro
Todo lo que hecho, lo destruí. Todo lo que amé, lo odié. Cada día que pasa pierdo algo más, no seré nada sin tu cuerpo y tú tampoco lo serás sin el mío.
Mungo

No puedo más, creo que tu hedor me esta despedazando.
Macarro

¿Sientes mi amor, Mungo?
Mungo
Sí, siento como me estoy corrompiendo de forma prodigiosa. Esto es inaudito.
Macarro
Cierra los ojos y deja que la oscuridad nos consuma, Mungo.
Mungo
Adiós, Macarro. Mi único repugnante amigo.
Macarro

Sí, siempre lo seré. Adiós, Mungo.

Había muchas caras de pescados arrugados de forma inquietante llorando de formas horribles, tantos rostros deformados estaban despidiendo su travesía. Eran los espectros de la inmundicia, inocentes creaturas de la putrefacción, eran libres como los gusanos. Cada vez se hundían más en aquella nauseabunda esencia. Los perros atletas corrían en 2 patas, estaban en competencias en las que llorando explotaban de la excitación. Había mangostas besando a serpientes con tal pasión que Mungo y Macarro perdieron sus brazos.

Cuando las sustancias nocivas empezaron a destrozar sus cuerpos hechos de manteca, ellos, abrieron los ojos. Vieron un ser amorfo que se aproximaba, entre más se acercaba, más se le podía apreciar la forma que poseía. Los agarro de sus cabezas violentamente tanto que casi los decapitaba, llevándolos a una velocidad imposible.


Creatura inverosímil
¡Resistan, pronto llegaremos!
Mungo
¿Qué rayos eres tú?

Creatura inverosímil
Soy el ángel de la repulsión. Mis excreciones me permiten viajar a esta velocidad, me dan la potencia necesaria.
Mungo
Cosa repulsiva, te estamos agradecidos por salvarnos.
Creatura inverosímil

No me lo agradezcan, no hasta que lleguemos a casa.
Macarro

Ahora podemos descansar, Mungo. Pronto estaremos en nuestras camas de piedra.
Mungo

Eso espero.

Mungo, Macarro y el ángel de la repulsión nadaban contra la corriente indeseable en busca de lo improbable. Pero al menos sabían a donde iban, iban a casa.

Joe el cerdo segunda parte.
-R.R.C.